¡Hola croners!
Los jefes ¿amigos o enemigos? Pues ni lo uno ni lo otro. Al jefe tenemos que respetarlo como enemigo y confiar en él como amigo.
La tendencia suele ser que nos caiga mal nuestro jefe, no lo soportemos o estemos hartos de que nos manden y mangonee desde su gran despacho y sin ser consciente del esfuerzo que están realizando sus trabajadores… pero a veces es al revés. ¿Acaso no puede estar nuestro jefe harto de nosotros? ¿Puede que tenga razones para estarlo? Si no lo sabes con certeza igual deberías plantearte alguna de estas preguntas y realizar una autocrítica.
1. ¿No eres de fiar?
Los jefes odian a los empleados que no cumplen con sus fechas de entrega y tienen pretextos para todo. Los jefes quieren que saques tu trabajo y a tiempo. Si no lo consigues, asume tu fallo e intenta aprender de él, pero no des escusas para defenderte.
2. ¿No aceptas tus errores?
Los jefes odian a los empleados que no aceptan sus errores ya sea ocultándolos o echándole la culpa a alguien más. Quieren empleados que acepten sus errores y trabajen en resolverlos como buenos profesionales. Esto no quiere decir que asumas siempre la culpa, únicamente que seas realista y asumas tu responsabilidad.
3. ¿Cotilleas mucho de tu jefe?
Ya sea en Facebook, en Twitter, en el comedor, en el baño, en la sala de empleados. No importa donde lo hagas, pero si hablas mal de tu jefe a sus espaldas, tarde o temprano acabará enterándose, o por su cuenta o por algún compañero interesado. Evita hablar mal de él aunque sepas que no esta cerca, mantente neutral y políticamente correcto en todo momento.
4. ¿Eres negativo?
Los jefes no soportan a los empleados que se quejan de todo, tienen una actitud negativa y nunca apoyan sus iniciativas. Para el jefe, un buen empleado es aquel que realiza criticas constructivas, que plantea problemas pero también soluciones y que sea capaz de sobreponerse a los obstáculos que puedan surgir.
5. ¿Te opones al cambio?
Si eres de los que se oponen a cualquier cambio, serás mal visto por tu jefe. Las empresas cambian, se adaptan y evolucionan. Si cuestionas cualquier cambio y te opones a él no ganarás ningún punto, es más, los perderás. Debemos ser conscientes de que hay cosas que escapan a nuestro control y que no podemos influir en ellas, por tanto es mejor asumirlo y adaptarse que quejarse sin ningún objetivo más que generar una imagen negativa en los directivos.
6. ¿Llegas tarde?
Tarde en llegar, tarde al regresar de comer… La puntualidad es un reflejo de nuestro interés y motivación así como una característica de nuestra profesionalidad. Los jefes odian a los que parece que están haciendo el mínimo esfuerzo. Los jefes quieren a los empleados que hacen su trabajo, son productivos y aportan ideas de cómo hacer mejor las cosas. Si llegas tarde estás trasmitiendo que tienes cosas más importantes que el trabajo.
7. ¿Lo involucras en todo?
No tienes que copiar a tu jefe todos los emails que envíes. Tu jefe tiene su propio trabajo y responsabilidades, que no son pocas. No lo incluyas en mensajes en donde no tiene nada que hacer. Lo mejor es quitarle el mayor trabajo posible al jefe, para que pueda centrarse en sus responsabilidades. Cuanto menos trabajo tenga que hacer nuestro jefe, más atención podrá dedicar a sus empleados.
8. ¿Controlas tu vida privada desde la oficina?
Robar tiempo de la empresa es igual que robar dinero. En tu horario de trabajo tu jefe espera que estés trabajando y no que estés revisando Facebook, comentando en tu blog, hablando por teléfono con tus amigos o haciendo cualquier otra cosa que no deberías, o por la que no te deberían estar pagando.
9. ¿Molestas a otros empleados?
Los jefes quieren equipos de trabajo pacíficos, en donde haya buenas relaciones. Los empleados agresivos, que molestan a otras personas, que empiezan chismes y provocan a sus compañeros no son deseados. Lo que menos quiere el jefe es ponerse a resolver problemas entre sus empleados y este tipo de trabajadores son capaces de crear un ambiente hostil e incomodo en cualquier sitio.
10. ¿No aprendes de tus errores?
Todos nos equivocamos. Tu jefe también se equivoca y sabe que tu puedes equivocarte. Pero si repites una y otra vez tus mismos errores terminarás con la paciencia de tu jefe. Si ya conoces tu errores debes esforzarte en evitar repetirlos y dar una imagen hacia tu superior de esfuerzo y mejoría.