Cómo instalar un radiador

1. En los agujeros de la parte inferior se colocan tapones reductores para el detentor y la válvula, y también hay que colocar el purgador en la parte superior.
2. En uno de los agujeros inferiores habrá que colocar la válvula de entrada y, cuando se conecte el radiador, dicha válvula se conectará a la toma de agua.
3. Al igual que se ha hecho con la válvula, hay que colocar el detentor. Esta es la otra conexión del radiador con la pared; en el caso de que no esté preparado con los racores de conexión, tendrás que acondicionarlo.

1. Agujerea con el taladro en los puntos señalados.
2. Introduce los tacos utilizando un martillo.
3. Presenta las piezas en la posición adecuada y fíjalas a la pared.
4. Cuelga el radiador y comprueba que esté bien nivelado.
5. Para terminar, tendrás que conectar la válvula y el detentor con las tomas de agua de la pared.

1. En primer lugar, hay que marcar el recorrido que van a seguir los tubos utilizando el nivel. También se puede pasar un detector de metales para asegurarse de que no hay tubos o cables detrás de la pared que se puedan perforar.
2. Dejando una cierta distancia de margen del radiador, hay que señalar en la pared en qué puntos van a colocarse las abrazaderas para las tuberías.
3. A continuación hay que cortar los tubos. Lo ideal es utilizar una herramienta específica para este fin, pero se puede utilizar una sierra de mano. Después hay que repasar las zonas de unión utilizando una lija, un estropajo o lana de acero, para favorecer una mejor soldadura.
4. El siguiente paso consiste en utilizar un soplete para calentar la superficie. Será necesario utilizar algún tipo de material ignífugo o que sirva como escudo térmico para no estropear la pared.
5. Después tendremos que añadir el estaño: este metal penetra en la junta por efecto de la capilaridad y, al enfriarse, permite obtener un ensamble sólido y hermético.
6. Habrá que seguir el mismo procedimiento para instalar toda la tubería, fijando los tubos gracias a las abrazaderas.

Hay que tener en cuenta la potencia que necesitamos. Esa potencia dependerá de la zona en la que esté ubicada la vivienda, el tamaño del espacio que necesitamos caldear y el nivel de aislamiento del inmueble.

En cuanto al tamaño del radiador, en las plantas bajas y en los pisos más altos conviene que los dispositivos tengan unas dimensiones mayores para intentar paliar las pérdidas de calor que se producen por el suelo o el techo.

Muchas veces se recomienda poner los radiadores bajo las ventanas, ya que es una forma de intentar neutralizar el aire frío exterior que pueda entrar por ahí. En cualquier caso, también se pueden colocar en las paredes interiores de la casa (localizando cuál es la pared más fría).

Lo habitual es purgar los radiadores al menos una vez al año para que no se acumule el aire dentro de las tuberías, ya que esto podría afectar a su funcionamiento. Se pueden instalar con un purgador automático. Si lo que nos preocupa es el mantenimiento estético, existen esmaltes y barnices específicos que pueden utilizarse.

Aunque es cierto que existen muebles cubrerradiadores cuyo objetivo es mejorar la estética de la estancia, lo cierto es que normalmente no se recomiendan, ya que pueden influir en la distribución del calor.