La inteligencia emocional no es solo cosa de adultos, de hecho, se puede empezar a desarrollar desde que nacemos porque es una capacidad que se puede entrenar. Como seres emocionales que somos no podemos reprimir nuestras emociones, ya que esto podría afectar a nuestro bienestar. No obstante, una buena gestión de ellas, sumado al equilibrio entre razón y emoción, es la clave del éxito en todos los aspectos de nuestra vida.
En este artículo vamos a ver cómo podemos ayudar a los niños y adolescentes a desarrollar la ie y a sacarle el máximo potencial para que desde muy pequeños puedan gestionar las emociones, para que cuando lleguen a una edad adulta y, en situaciones difíciles o de mucha presión como, por ejemplo, en el trabajo, con un buen liderazgo, sean capaces de gestionarlas y controlarlas y con ello tener una vida con bienestar.
Las emociones más comunes son: la ira, el miedo, la tristeza, la sorpresa, el asco o la alegría. No hay emociones negativas o positivas, son igual de importantes y necesarias. Ante una situación de pérdida o de injusticia, reaccionamos con enfado o tristeza, y estar tristes está bien, de ahí que haya emociones que no se consideren como negativas, sino más bien apropiadas para cada situación, y que nos ayuden a aliviar el dolor o a expresar alegría ante un triunfo.
La mayoría de niños no sabe cómo expresar sus emociones, y ante una situación que les produzca bloqueo, se frustran y se enfadan. ¿Cómo podemos ayudarles a desarrollar la inteligencia emocional y mejorar su bienestar?
Lo primero de todo, antes de trabajar la inteligencia emocional, es reconocer las propias emociones (y también las de los demás). No podemos gestionarlas si no sabemos qué emociones estamos experimentando. ¿Estoy triste? ¿Estoy contento? ¿Qué es lo que siento?
Para un adulto puede ser más sencillo que para un niño reconocer qué emoción está teniendo, por eso, muchos expertos aconsejan el uso de recursos (juegos o figuras geométricas, por ejemplo) que ayuden a los niños a etiquetar esas emociones, además de, por supuesto, explicar qué tipo de emociones hay, cómo se expresan, qué nos ocurre físicamente cuando las experimentamos...
Hay muchas maneras de reaccionar o actuar a la hora de tener ciertas emociones. Hay que mostrarles a los niños que hay maneras mucho más saludables de actuar. Por ejemplo, enseñarles que en lugar de atacar o romper cosas, hay prácticas como la respiración profunda para situaciones en las que se reacciona con ira o miedo.
Es importante plantearles situaciones para saber cómo reaccionarían, como, por ejemplo, qué harían si un amigo les devuelve un libro del cole que le había prestado en malas condiciones.
Para regular el enfado, hay técnicas como la de la tortuga o el semáforo, que consisten en saber cómo parar ante el enfado, tranquilizarnos y posteriormente expresar lo que sentimos o plantear lo que queremos.
De pequeños, prácticamente la mayoría ha tenido una etapa de egoísmo en la que no se es capaz de ponerse en el lugar del otro niño. Pero es importante trabajar la empatía para que a lo largo de su vida tengan relaciones saludables.
Por último, pero no menos importante, está la fase de expresión de las emociones. De nada sirve detectarlas y gestionarlas si después no saben cómo explicar cómo se sienten. Los padres pueden utilizar frases del tipo "cuando tú, yo me siento", "me gustaría que cuando yo o tú"... Así será más fácil que copien esas conductas.
Pero para poder inculcar o guiar a un niño en las habilidades sociales, es muy importante que tanto padres como educadores vean la importancia de la inteligencia emocional. Para que los niños imiten comportamientos y desarrollen este manejo de emociones haciendo uso de la inteligencia emocional es importante que les acompañemos en toda esta etapa de aprendizaje.
Comprendemos que haya ocasiones en las que se necesite una ayuda extra profesional como la de un psicólogo infantil para que pueda ofrecer las pautas para ello. No hay problema, ya que, por suerte, hay un gran número de psicólogos infantiles dispuestos a ayudar en el desarrollo de la inteligencia emocional de los niños y adolescentes.
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En este artículo vamos a ver cómo podemos ayudar a los niños y adolescentes a desarrollar la ie y a sacarle el máximo potencial para que desde muy pequeños puedan gestionar las emociones, para que cuando lleguen a una edad adulta y, en situaciones difíciles o de mucha presión como, por ejemplo, en el trabajo, con un buen liderazgo, sean capaces de gestionarlas y controlarlas y con ello tener una vida con bienestar.
Índice
Las emociones más comunes son: la ira, el miedo, la tristeza, la sorpresa, el asco o la alegría. No hay emociones negativas o positivas, son igual de importantes y necesarias. Ante una situación de pérdida o de injusticia, reaccionamos con enfado o tristeza, y estar tristes está bien, de ahí que haya emociones que no se consideren como negativas, sino más bien apropiadas para cada situación, y que nos ayuden a aliviar el dolor o a expresar alegría ante un triunfo.
¿Cómo ayudar a los niños a desarrollar la inteligencia emocional?
La mayoría de niños no sabe cómo expresar sus emociones, y ante una situación que les produzca bloqueo, se frustran y se enfadan. ¿Cómo podemos ayudarles a desarrollar la inteligencia emocional y mejorar su bienestar?
Reconocer
Lo primero de todo, antes de trabajar la inteligencia emocional, es reconocer las propias emociones (y también las de los demás). No podemos gestionarlas si no sabemos qué emociones estamos experimentando. ¿Estoy triste? ¿Estoy contento? ¿Qué es lo que siento?
Para un adulto puede ser más sencillo que para un niño reconocer qué emoción está teniendo, por eso, muchos expertos aconsejan el uso de recursos (juegos o figuras geométricas, por ejemplo) que ayuden a los niños a etiquetar esas emociones, además de, por supuesto, explicar qué tipo de emociones hay, cómo se expresan, qué nos ocurre físicamente cuando las experimentamos...
Gestionar
Hay muchas maneras de reaccionar o actuar a la hora de tener ciertas emociones. Hay que mostrarles a los niños que hay maneras mucho más saludables de actuar. Por ejemplo, enseñarles que en lugar de atacar o romper cosas, hay prácticas como la respiración profunda para situaciones en las que se reacciona con ira o miedo.
Es importante plantearles situaciones para saber cómo reaccionarían, como, por ejemplo, qué harían si un amigo les devuelve un libro del cole que le había prestado en malas condiciones.
Para regular el enfado, hay técnicas como la de la tortuga o el semáforo, que consisten en saber cómo parar ante el enfado, tranquilizarnos y posteriormente expresar lo que sentimos o plantear lo que queremos.
Empatía
De pequeños, prácticamente la mayoría ha tenido una etapa de egoísmo en la que no se es capaz de ponerse en el lugar del otro niño. Pero es importante trabajar la empatía para que a lo largo de su vida tengan relaciones saludables.
Expresarse
Por último, pero no menos importante, está la fase de expresión de las emociones. De nada sirve detectarlas y gestionarlas si después no saben cómo explicar cómo se sienten. Los padres pueden utilizar frases del tipo "cuando tú, yo me siento", "me gustaría que cuando yo o tú"... Así será más fácil que copien esas conductas.
Padres, madres y educadores
Pero para poder inculcar o guiar a un niño en las habilidades sociales, es muy importante que tanto padres como educadores vean la importancia de la inteligencia emocional. Para que los niños imiten comportamientos y desarrollen este manejo de emociones haciendo uso de la inteligencia emocional es importante que les acompañemos en toda esta etapa de aprendizaje.
Comprendemos que haya ocasiones en las que se necesite una ayuda extra profesional como la de un psicólogo infantil para que pueda ofrecer las pautas para ello. No hay problema, ya que, por suerte, hay un gran número de psicólogos infantiles dispuestos a ayudar en el desarrollo de la inteligencia emocional de los niños y adolescentes.
Tal vez te interese saber cómo medir la inteligencia emocional.
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Este artículo ha sido escrito y revisado por:
Leticia Vallarelli
Leticia forma parte del departamento de marketing de Cronoshare y está especializada en sectores como belleza, bienestar, eventos y espectáculos, deporte y servicios freelance. Le apasiona la escritura creativa, viajar, la botánica, la gastronomía y practicar snorkel. Se licenció en Publicidad, Relaciones Públicas y Marketing por la escuela de negocios Esic Valencia y también realizó un Programa Superior en Marketing Digital (PSMD) en esa misma escuela. Ver perfil.¿Necesitas presupuestos para Psicólogo infantil?
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